El problema de que no haya nadie pilotando con una mínima conciencia social y medioambiental no es que un grupito de ecologistas aguafiestas, izquierdistas utópicos, jóvenes idealistas y hippies contra sistema vean frustradas sus expectativas de que otro mundo sea posible.
El problema de que no haya nadie pilotando en Granada con un mínimo de conciencia medioambiental y social es que ni viajando en el furgón de cola, donde solemos sacar billete, tenemos garantizado llegar al destino.
Caculo que quedan unos meses para que en Jaén nazca Jaén Existe. Después vendrá Almería Existe y no sé cuántos más territorios sin rumbo depositarán sus ilusiones en nuevos partidos que venderán billetes a la Estación Esperanza. Porque el ser humano no está hecho para vivir sin esperanza.
En Granada no ocurrirá esto. Porque tomar una caña mirando a la playa o al atardecer más bonito del mundo basta y sobra. Por el momento. Está bien.
El futuro nos cogerá ampliando pistas de esquí, abriendo hoteles y construyendo teleféricos para meter más esquiadores/as en una Sierra Nevada en donde cada vez nieva menos por el cielo y más por los cañones.
Nos dirán que es necesario pero es mentira. Es que no se les ocurre otra cosa mientras en otros lugares se naturalizan espacios verdes, se reforesta, se recupera fauna y flora extinguida, se revaloriza la belleza paisajística y con ella todo su entorno.
El futuro nos cogerá cementado acequias en la Vega para abrir paso al rey coche. Carreteras como las VAUs meterán a Granada y su área metropolitana entre paréntesis de alquitrán que impedirán filtrar el aire contaminado.
Nos dirán que es inevitable pero es mentira. Sólo es que ellos no saben hacerlo mejor pero en otros lugares se apuesta por las alternativas de transporte público no contaminante, los metros, los tranvías, los autobuses eléctricos, los vehículos compartidos, se descentralizan servicios de la capital, se agilizan y minimizan las gestiones burocráticas en el centro de las ciudades, se fomenta el autoabastecimiento y se ofrece vida propia a los barrios y municipios.
Estaremos ejecutando planes urbanísticos olvidados por la crisis del 2008 y ahora rescatados en un litoral en el que las laderas se desprenden, los cauces secos de los ríos nos avisan de que ellos estaban antes y un nivel del mar en aumento se come los paseos y no tardará en hacer lo mismo con los balcones de los apartamentos y hoteles en primera línea de playa.
Nos dirán que es bueno para todos/as pero es mentira. Es que no tienen capacidad para proponer alternativas, para romper con la estacionalidad del turismo que provoca el hacinamiento en las playas, la precariedad laboral en la hostelería masificada en vacaciones, las medusas, los vertidos, la falta de aparcamiento, la escasez de servicios municipales de ayuntamientos desbordados dos meses al año.
En Granada creemos que no necesitamos planificar estratégicamente un futuro sostenible.
Pero a mí me quita el sueño saber que en otros lugares del mundo, sí. Gente consciente, capaz y valiente ya está sentando las bases de otro mundo. Mejor, por supuesto, mucho mejor.
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